Por María Elena Hernández Maya
Asumirnos como escritores, desde la certeza que somos capaces, por el simple hecho de tener la voluntad para lograrlo.
Es verdad, las circunstancias que esta nueva realidad mundial por la que estamos atravesarnos, nos coloca entre muchas cosas, a retos que nunca antes habíamos enfrentado. Por ejemplo, los hijos de la generación X, ‘a la cual pertenezco’, tenemos que adaptarnos y aceptar que la interacción mediante las tecnologías, son indispensables para entablar relaciones sociales, no solo con nuestros familiares y amigos cercanos, sino con todos aquellos con quienes compartimos intereses y aficiones. Por lo tanto, si deseamos mantener comunicación efectiva, en dos vías, debemos perder el miedo y permitir ser ‘devorados’ por el ciberespacio y todo lo que conlleva.
Inmersos así, en esta singularidad es que los que aquí suscriben, y me permito hablar en plural, por mis compañeros, es que tomamos la decisión de estudiar Lengua y Literatura en IEU en su modalidad Online. Nos hemos congregado en un Colectivo Literario; un laboratorio donde experimentaremos con la combinación de palabras; recursos y sinsentidos para mostrar nuestra particular voz narrativa: ensayando y ficcionando desde nuestra prodigiosa cosmovisión. Constituyendo una rica mezcla de edades, ciudades de residencia y formación académica. Hermanados por la afición literaria: hambrientos de lecturas y proclives a escribir ante cualquier leve provocación. Un grupo de atrevidos que hemos aceptado el reto para integrarnos socialmente.
En esta suerte de segunda alfabetización literaria, en donde nos someteremos, cada uno, en lo que llamo ‘libertad narrativa’, para describir el mundo que habitamos con todos sus bemoles; luces y sombras que nos traducen como seres osados que hemos perdido el decoro y el recato permitiendo generar desde nuestro colectivo literario; textos, engendrados desde nuestras entrañas, como hijos de la sonrisa y el llanto, que serán testigos de los tiempos que estamos viviendo. Porque escribir, es precisamente eso, una manifestación descarada de nuestra personalidad. Asumirnos como escritores, desde la certeza que somos capaces, por el simple hecho de tener la voluntad para lograrlo.
Ficcionar, es precisamente el proceso de transcribir, al fin y al cabo, el entorno que nos tocó atestiguar: nuestro contexto real o fantástico, ataviado por sentimientos y emociones a través de nuestra idiosincrasia, y, añadiendo, además, esta suerte de manipulación del lenguaje, aderezada por los recursos literarios que desde tiempos remotos los escritores afamados han venido utilizando y hoy pretendemos emular, para pulir nuestro ‘decir’ al escribir.
Somos pues, un grupo de estudiantes de la licenciatura de Lengua y Literatura partiendo leña y experimentando con el uso y disfrute de la prosa y la poesía. Resignificar al escribir, compartir el gozo y el sufrimiento que nos mueve para manifestarnos por medio de las vocales y consonantes. Sumergirnos en el mar de las ideas y rescatar al ego malherido: el Yo y el Súper Yo que nos constituye.
Así que, en este primer paso, nos reconocemos como narradores. Escribir para aprender: aprender escribiendo. La consecuencia será la satisfacción de crear al ‘escribir’ para rehacernos. El poder de la palabra en acción.