la gente dice que uno debe cerrar círculos. ofrecer un cierre a lo que uno comienza, y así, con la ganancia de alguna supuesta tranquilidad mental, seguir adelante. move-on. get over it. en la efervescencia del momento, y sin la calidad de los días buenos, la pregunta —esa incógnita mal habida que se alimenta como una garrapata de sueños inconclusos— es ¿cómo se supone que deba uno cerrar círculos, en donde existen miles de aristas y garabateos? el problema y el misterio de cerrar círculos es que quizá uno no es capaz nunca de recomenzar totalmente. el recomienzo —esa continua y larga hipérbole en forma de calamar gigante que atrapa los barcos fantasmas de mi memoria— nunca es completo. vivo con un montón de triángulos por círculos: de rectángulos que se disfrazan de círculos farsantes. es entonces, cuando en el ímpetu adolescente por empezar algo nuevo, los sueños no terminados se convierten en cazadores furtivos. en detectives salvajes, en auditores del alma y jueces de las peores decisiones: están ahí para odiarlos con todas las fuerzas que a uno le quedan. ¿quién autorizó a esos hijos bastardos a plantarle a uno la cara y por encima querer llevarse con ellos los despojos de neuronas que quedan? lo que nadie sabe es que el líquido —porque seguramente es un líquido, virtual, azul, brillante y casi eléctrico— del que están construidos todos los sueños de los hombres, es infinito: azul: lleno de triángulos.
La calidez en el liderazgo.
Luly Montaño. Secretaria Técnica. Mi nombre es María de Lourdes Montaño Moyano y mejor conocida en IEU definitivamente como Luly,