Te vi partir en el tren de las diez.
Te vi llorar en el jardín de mi madre.
¿Qué sucedía?
¿Por qué brotaban lágrimas de tus hermosos ojos?
¿Quién había sido tan canalla para romper tu corazón?
¿Acaso fui yo?
Si.
Yo más que nadie sabía lo que sucedía.
Aquella mañana te dejé partir en ese tren.
¡Carajo!
¿Cómo iba yo a saber que eras como el cristal delgado?
¿Cómo iba yo a saber que era la tercera vez que rompían tú corazón?
¿Cómo iba yo a saber que sería la última vez que te miraría?
¿Y cómo iba a saber que esa mañana habías decidido arrojarte del tren?