Por Fernanda Valdovinos
Mis ahogados ojos se abren al compás de mi
respiración interrumpida y frágil.
Aquellos relámpagos susurrantes
disfrazados de desesperación
conquistan mi ya quebrada mente,
la manipulan, aprisionan,
y la inundan en un insoportable encierro.
Mis ardientes extremidades
se retuercen casi invisiblemente
en un fracasado intento por apoyar este oxidado cuerpo,
impulsado sólo por aquella inexistente y apagada
esfera de cristal.
MUERTE
Seis persuasivas y dolorosas letras
acechan en la oscuridad de este solitario corazón,
perteneciente ahora, a esta desesperada estatua
pensativa y frágil.
GRITAR
Seis insistentes letras ansían tomar forma
como heroínas arañas bailarinas.
Este inmóvil rostro,
fragmentado por una interminable caída
de hojas agrietadas,
este cuerpo cansado, y este corazón abandonado…
Ansían flotar, bailar
y abrazar aquel misterioso, cálido
y silencioso viento.