Acostumbrado a la opulencia
al terciopelo rojo de la cama,
al sonido modular de la música
y los labios con sabor a vino tinto.
Avanzo
las flores abren camino a mi paso,
las nubes se marchan
el cielo me abraza.
El eco del silencio se desliza con mis besos,
de marfil se construyen los deseos,
almohadas de lino,
manjares, camas, cascadas.
Hogar alfombrado,
se respiran lujos y el néctar de la burguesía,
bañado en chapa de oro
nacido con la estrella en esta tierra.
Y en un cerrar de ojos
en la mesa una tortilla,
un recipiente de sal
y una lágrima con sabor a mar.