La idea de hacer home office se comenzó a probar en diferentes empresas del mundo en los años 80, pero en México fue hasta 2019 cuando se incorporó a la Ley Federal del Trabajo las regularizaciones de esta modalidad laboral.
Antes de la pandemia causada por el coronavirus COVID-19, solo el 39% de las organizaciones en el país había incorporado la posibilidad de hacer home office, pero debido a la cuarentena, la mayoría de las empresas se movieron a esta la modalidad, trayendo beneficios para los empresarios y trabajadores.
Sin embargo, la adaptación no fue igual para todos, una encuesta realizada por el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa señala que solo el 58% de las empresas mexicanas logró una migración exitosa y con una rápida adaptación, 15% solo logró migrar una parte de sus funciones al home office, el 6% señala que se han requerido esfuerzos adicionales para mantener este modelo y hacer funcionar su empresa, y el 21% aún continúa en el proceso de incorporación.
Tras el confinamiento y el regreso a las actividades cotidianas con la nueva normalidad, algunos empresarios han considerado mantener el modelo total de home office o de manera híbrida; por su parte el 69% de los trabajadores consideran que un esquema híbrido sería ideal, el 21% preferiría continuar con el modelo home office por la adaptabilidad que logró, y solo el 10% preferiría regresar a un trabajo presencial debido a las dificultades personales y técnicas que se le han presentado.
Antes de considerar una opción de forma de trabajo, es importante dimensionar los pros y contras que trae a largo plazo cada modalidad.