En los últimos años nos hemos enfrentado a diferentes tipos de cambios, con la tecnología, la forma de estudiar y trabajar o la forma de relacionarnos en nuestro entorno, pero esto no significa que nuestro cerebro se acostumbre a ello. La realidad es que los cambios generan estrés y ansiedad debido a los miedos que existen a lo desconocido.
En el ámbito laboral los cambios más comunes que existen son reestructuras organizacionales, cambio de personal o promoción de nuevo puesto laboral, las cuales pueden traer ventajas y desventajas para cada trabajador. Un estudio realizado en 2017 por American Psychological Association (APA) señaló que los empleados que llegan a tener un cambio laboral presentan un 55% de posibilidad de sufrir estrés crónico, lo que afecta su productividad y estado físico.
Para procesar y adaptarnos a los cambios, pasamos por 7 diferentes fases:
- Sensación de pérdida. Aquí predomina el miedo
- Dudas. Se suelen presentar sentimientos como enojo, molestia, resentimiento o frustración
- Incomodidad. Considerada una etapa de confusión y reflexión.
- Abatimiento. Es un momento crítico donde se puede volver a la fase uno y quedar estancado en ese ciclo o ver una nueva oportunidad en el cambio.
- Descubrimiento. Aquí se visualizan las ventajas favorables que ayudan a la productividad y ánimo de los empleados.
- Comprensión. En esta fase existe un mayor involucramiento para adaptarse al cambio
- Integración. Ya no se visualizan las acciones tomadas como un cambio, sino como un desarrollo laboral o personal.
El proceso de adaptación depende de cada persona, pero aquí te damos algunos consejos que te pueden ayudar a lograrlo de una manera más rápida y con mejores resultados.