Trabajar permite que las personas se encuentren ocupadas, se sientan útiles, desarrollen nuevas habilidades, socialicen e incluso puedan alcanzar una realización profesional si disfrutan lo que hacen, siendo una parte indispensable para una buena salud mental.
Sin embargo, un entorno laboral negativo, donde exista explotación laboral, salarios debajo del promedio, intimidación o acoso hacia los empleados puede causar problemas físicos, sociales y psicológicos para el individuo, así como una mayor rotación en las empresas por el ausentismo del personal y pérdida de dinero por falta de productividad.
La OMS señaló que en el 2019, a nivel mundial, 264 millones de personas sufrían de depresión o ansiedad, lo que le costó a las empresas 1 billón de dólares en pérdidas de productividad. Ante esto, la Organización ha realizado políticas a escala mundial donde establece principios, objetivos y estrategias que las empresas pueden utilizar para promover el cuidado de la salud mental de los trabajadores.
Para lograr un ambiente laboral estable, donde se cuide de la salud mental de los individuos, tanto la empresa como los trabajadores deben poner en práctica estrategias y actitudes que favorezcan a un adecuado entorno.